La Gente que Necesitamos

Hay personas que siempre salen bien paradas. Casi por arte de magia, estas personas infaliblemente encuentran una manera de escapar al entorno y salirse con la suya, sin importar la complejidad de sus circunstancias. Parece que no hubiera nada que pueda derribarlos y sofocar sus intenciones. Siempre tienen un as bajo la manga, una salida ingeniosa para superar cualquier obstáculo que se les presenta.

Y aunque ser tan “ingenioso” definitivamente no es la fórmula ideal para el éxito en las grandes empresas (o en la mayoría de las escuelas, por extensión), sí podría serlo en entornos de mayor incertidumbre donde se toman decisiones sin información perfecta (A.K.A la vida real).

Ciertamente, sería de gran utilidad tener una receta para ser tan implacable y despertar al MacGyver interior. Pero sería realmente complicado diseñar este “identikit” sin antes tener una imagen nítida acerca de quienes son los integrantes de este peculiar club de gente ingeniosa. Un prudente primer paso, entonces, sería diseñar una heurística confiable para identificar a los individuos que lo componen.

Pero debido a la falta de una traducción que haga honor a la riqueza gramatical de nuestro lenguaje, podría ser mejor hacer un ejercicio mental con cada nueva persona que conocemos, y tener así una aproximación relativamente segura. Y este método simple, pero no por ello menos útil, consiste en hacernos la siguiente pregunta:

Más de uno podría afirmar que conoce alguna persona que, con total seguridad, estaría de vuelta en casa en menos de dos semanas, sentados en la mesa del living como si nada hubiera ocurrido. Y de tratarse de sujetos tan inventivos, seguramente más de uno de ellos esté emprendiendo exitosamente en ese mismo rincón del mundo, aprovechando la ocurrencia para escapar de este paraíso rioplatense de presión impositiva e inflación de dos dígitos (¿o tres, tal vez?).

Pero, al mismo tiempo, una alarmante mayoría de los sujetos puestos a prueba no cualificarían bien ante esa pregunta. Más bien todo lo contrario: sin una manera concreta de comunicarse con sus familias, y sin medios económicos para comprar el pasaje de vuelta a casa (pagando el 30% de impuesto solidario, por supuesto), probablemente nunca encontrarían una salida viable.

Un ejercicio mental tan sencillo como este puede separar al universo de humanos en base a una distinción fundamental: ¿quienes lograrían ponerse a flote ante el entorno más pesimista posible?

Sin la necesidad de ser excesivamente criteriosos, podemos concluir con el necesario primer paso de identificar a estos dos grupos de personas. Y ahora, avancemos por fin con nuestro “identikit” para encontrar a la Gente que Necesitamos.

En pos de continuar con mi infundada tradición de reducir preguntas complejas a respuestas (¿excesivamente?) simples, podemos resumir nuestro identikit recursoso en tres cualidades de la personalidad: ingenio, independencia y creatividad.

En primer lugar, personas resolutivas, ingenieros intelectuales que con los más mínimos recursos son capaces de hacer cosas increíbles. Sin embargo, ninguna “viveza gaucha” o “picardía porteña” sería útil sin la capacidad de actuar con independencia en entornos adversos (Siria, Venezuela, el Conurbano, etc.). Y por último, es difícil sobreestimar el poder de formular soluciones espontáneas para problemas espontáneos, particularmente cuando no hay nadie más a quien recurrir.

Casualmente, las cualidades que te convierten en una persona ingeniosa, independiente y creativa (la clase de gente que logra volver a casa) están contrapuestas con las habilidades requeridas para el éxito corporativo: obediencia a la autoridad, construcción de alianzas políticas, y represión de curiosidad infantil.

Después de varios intentos fallidos de comprar un pasaje con su tarjeta de crédito (recuerden: este ejercicio mental supone una cuenta bancaria en 0), el homo corporativus se daría finalmente por vencido, entregándose a la merced del país tercermundista que ahora lo acoge. “Sobrepasado”, y sin la estabilidad de un entorno organizacional que lo ayude (obligue) a deducir el camino a seguir, el sujeto experimental no tiene más remedio que acostumbrarse a su nuevo hogar.

En el mejor de los casos, terminaría secuestrado o esclavizado por captores extranjeros, seguramente “pacifistas musulmanes” que pretenden diseminar su mensaje de amor. En el peor, repetiría sus decisiones profesionales y volvería a trabajar para una multinacional.

¿Comentarios? Escribime a echegurenn@gmail.com.

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